Los mexicanos estamos expuestos al peligro que ocasiona la violencia entre miembros de distintos grupos delincuenciales, de eso fuimos testigos la semana pasada, donde desafortunadamente se atacó a ciudadanos inocentes y donde lamentablemente perdieron la vida, entre ellos, cuatro hombres que trabajaban para una empresa de comunicación. Lo peor del caso es que el presidente minimiza la situación y no reacciona y enfrenta como jefe de Estado el desafío abierto que le está planteando el crimen organizado.
Su terquead por continuar con una política de apapacho con los grupos delincuenciales, no sólo levanta suspicacias, como las que señala Porfirio Muñoz Ledo, de una componenda por abajo del agua entre el Ejecutivo federal y grupos delincuenciales, sino que, no se ve para cuándo acabará esta espiral de violencia.
Desgraciadamente, la percepción que hay entre la sociedad mexicana es que se avecina una tormenta de violencia aún más grande, de modo que los últimos años de gobierno del presidente López Obrador, no pintan nada bien. Así que, hay que estar preparados para lo que se avecina. Ni hablar, no se ve para cuándo se cambien los abrazos por balazos en México.
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