El exgobernador tabasqueño sabe que tiene a su alcance una multitud de incondicionales por el cargo que ostenta y que cuenta con la aprobación de su paisano querido. Sin embargo, al igual que el famoso guerrero mitológico Aquiles, también tiene un punto débil y ese punto es que le cuesta trabajo tratar bien a la gente del pueblo.
Se le nota su desgano y desidia cuando se le acercan y es que, al número dos del país, le gustan los mítines, prefiere las masas que las individualidades, ahí es donde puede resbalar, no cuenta con la sensibilidad y capacidad para escuchar las demandas del pueblo. Y eso no es cualquier cosa, sabe que, sin los votos y aprobación del respetable, sus sueños tropicales de relevar a su paisano querido, sólo serán eso, sueños tropicales de sucesión. Por eso anda de malas, por eso no confía en la gente del pueblo.