Dentro del folclor mexicano, existen dichos que han usado nuestros abuelos que están llenos de verdad y sabiduría, por ejemplo, cuando alguien afirmaba y prometía algo y éste no lo cumplía, decían: «El pez por la boca muere» o «cae más rápido un hablador que un cojo». Estos dichos bien le aplican a la doctora María Elena Álvarez-Buylla Roces, directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), quien señaló al poco tiempo de asumir funciones que la ciencia y la tecnología serían punta de lanza y motor para la Cuarta Transformación del país.
«El licenciado Andrés Manuel López Obrador me ha mandatado que muy pronto estaremos presentando a la nación el nuevo plan nacional de ciencia y tecnología, asumir no solamente el ejercicio de los recursos que fueron depositados de manera preliminar, y digo preliminar porque tenemos esperanzas de consolidar algunos nuevos recursos para ser ejercidos por el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías, sino también de articular y fiscalizar el ejercicio de los cerca de 90 mil millones de pesos que la Federación eroga en un proyecto transversal de ciencia y tecnología», decía muy ufana la funcionaria.
Sin embargo, hoy la realidad es otra, resulta que, al comparecer de manera virtual ante una comisión de diputados y senadores, la titular de Conacyt reveló, que 25 mil millones de pesos de la dependencia, así como de 109 fideicomisos que se extinguieron, fueron destinados por el gobierno federal, a “obras prioritarias” como el tren maya y la refinería de Dos Bocas. No cabe duda, cae más rápido un hablador que un cojo.
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