Resulta paradójico que el partido que ha estado empeñado en realizar una reforma electoral y que, siguiendo la línea del presidente López Obrador de querer moralizar al INE, esté practicando un canibalismo entre sus tribus para colocar delegados a modo, para que en un futuro cercano, a la hora de repartir las candidaturas, les puedan dar su voto. Al menos las impugnaciones y descalificaciones han salido dentro de sus propios militantes, aunque no todos ven las cosas como son.
Al menos para Mario Delgado, presidente del partido guinda, es una fiesta democrática, sin embargo, con lo desaseado del proceso, sólo queda demostrado su falta de liderazgo, concediéndoles el beneficio de la duda a los militantes que han estado exigiendo su renuncia.
Por cierto, ya varios anticipan que el primer mandatario del país, el día de mañana en su mañanera, subestimará tales hechos y dirá que los enemigos de su proyecto metieron mano negra en un proyecto que es limpio y puro, como el Espíritu Santo. En otras palabras, como Pilato, sólo se lavará las manos.
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