En el año de 2006 un juez condenó al expresidente mexicano Luis Echeverría (1970-1976) a arresto domiciliario acusado de ser responsable de la desaparición forzada del activista político universitario Héctor Jaramillo, así como de los delitos de genocidio y homicidio. Como secretario de Gobernación de Gustavo Díaz Ordaz en 1968, a Echeverría se le acusa de ser el artífice de la Matanza de Tlatelolco, quizá el episodio más oscuro en la historia de este país. Pues la noche del viernes 8 de julio se informó sobre la muerte de Luis Echeverría a los 100 años de edad.
Con su muerte se va el último de los grandes genocidas de México. A pesar de ese antecedente histórico-criminal el presidente López Obrador, a quien se le ha señalado de ser un émulo de Echeverría, por sus políticas populistas, mandó un mensaje de pésame a los familiares de este genocida. En sus redes sociales López Obrador anotó:
“En nombre del Gobierno de México envío un respetuoso pésame a los familiares y amigos del licenciado Luis Echeverría Álvarez, presidente de México durante el sexenio de 1970 a 1976”. Será en nombre suyo, porque México ya dictó su sentencia en contra de Luis Echeverría, quien sin importar que los soldados dispararan contra mujeres, niños y estudiantes, estuvo de acuerdo con esta acción y hasta la encubrió. Ese mismo juicio histórico le espera a quien dé el pésame a semejante monstruo.
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