Es de cobardes y cínicos tirar la piedra y esconder la mano; tirar la piedra y decir que estuvo mal. Esa es la actitud del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien sigue sangrando por la herida después de que su reforma eléctrica fue mandada al basurero. La culpa se la echa López Obrador a Alejandro Moreno, Alito, pues al parecer ya había acordado que algunos de los votos del PRI estarían a favor de su reforma. Pero no fue así. De inmediato, como Manuel Velasco se lo advirtió, desde la Secretaría de Gobernación empezó el golpeteo en contra del dirigente nacional del PRI.
Los audios filtrados por la esperpéntica Layda Sansores, las demandas en la fiscalía de Campeche y ahora el cateo a la casa de Alito, todo eso salió por orden del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Pero ahora sale el presidente a decir, así como para taparle el ojo al macho, que él no está de acuerdo con la forma en que se llevó a cabo el cateo: «Quiero exprese mi inconformidad por la forma en que se llevó a cabo un procedimiento judicial en Campeche. Hablo en la forma en que entraron a hacer una dirigencia en la casa del presidente del PRI, ustedes saben que el señor no es santo de mi devoción, pero no estoy de acuerdo con el procedimiento, es indigno, no se puede lastimar y humillar la dignidad de las personas». López Obrador lanza la piedra, pero esconde la mano.
Comentarios