Los especialistas e ingenieros saben que la refinería de Dos Bocas, en Tabasco, no está terminada, y por lo mismo no se encuentra en condiciones operativas y no producirá un litro de combustible en los próximos meses. Dejando de lado el gran acto de tres pistas sobre la simulación de este “monumental logro”, el gobierno de la 4T aún no ha aclarado el tema sobre el impacto ambiental y ecológico de esta política energética. Tampoco se ha mostrado claridad sobre la viabilidad financiera del proyecto y si este en verdad traerá un verdadero beneficio económico para el país.
Lo cierto es que, nadie sabe con precisión cuánto se ha gastado ni cuánto costará la construcción y operación de la refinería, salvo la encargada de la energía en el país, Roció Nahle. Esa opacidad levanta muchas sospechas, sobre todo porque la información sobre la refinería de Dos Bocas que es posible identificar en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), la Cuenta Pública, los reportes trimestrales de la Secretaría de Hacienda (SHCP), la página de internet que creó la Secretaría de Energía o el nuevo portal Pemex + Transparente es insuficiente para evaluar el uso del erario en la refinería de Dos Bocas.
En otras palabras, pareciera que el gobierno de la 4T, estuviera ocultando algo que los mexicanos merecen saber.
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