Inútilmente, sangrando por la herida, Verónica Hernández Giadáns, fiscal espuria de Veracruz declaró que el amparo absolutorio que la justicia federal otorgara a José Manuel del Río Virgen no lo exoneraba, y que por ello seguiría siendo investigado. Pateados en el trasero por una justicia que no es la de Isabel Romero Cruz, su fámula, gobernador y fiscal lanzaron esa advertencia falaz y cobarde. Entrevistado por el periódico El Universal, José Manuel del Río Virgen fue muy enfático sobre la resolución del tribunal colegiado que lo amparó:
“Este fallo declara mi absoluta inocencia porque gané en todo el sistema jurisdiccional, declara mi inocencia porque yo nada tuve que ver y declara mi inocencia porque no hay una sola prueba sería que no haya construido el gobierno, de tal manera que no hay ni siquiera un testigo de oídas que diga que yo estuve o que participé en algo de esto, no hay nada absolutamente y entonces esa decisión los obliga a ellos a buscar al verdadero culpable, pero además yo se los exijo, que busquen al verdadero criminal, porque ellos saben quiénes fueron”. Del Río Virgen regresará de inmediato su trabajo en el Senado de la República, como secretario técnico de la Junta de Coordinación Política.
Sin embrago, él seguirá exigiendo justicia al gobierno de Veracruz, exigiendo que busquen al verdadero asesino de Remigio Tovar, a quien consideraba su amigo. Por supuesto, una disculpa por parte del gobierno de Veracruz no estaría mal: “Deberían de empezar por pedirme perdón a mí a mi familia por haberme metido a la cárcel indebidamente. Se lo dijo un juez de Distrito, se lo se lo dijo el tribunal colegiado, se lo dijo un juez de circuito, que no es menor”. Por supuesto, no se espera que el gobierno rencoroso de Cuitláhuac García cumpla con pedir disculpas, a pesar de que la Comisión Nacional de Derechos Humanos acreditara que Del Río Virgen fue víctima de abuso de autoridad y violación a sus garantías individuales.
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