La única respuesta que tiene López Obrador cuando lo señalan de tener pacto con el crimen organizado es «yo no soy Calderón». Esta respuesta pueril del presidente no sólo vulnera la presunción de inocencia del expresidente Felipe Calderón, quien no tiene denuncias por narcotráfico ni en México ni en la Unión Americana, sino que además la ocupa para encubrir una serie de acciones, que si bien no se pueden calificar de delitos, si muestran la gran deferencia que ha tenido con los familiares del Chapo Guzmán y con sus coterráneos, a los que visita constantemente y a los que hasta carreteras les construye.
Envuelto en la polémica por no asistir a la Cumbre de la Américas, pues no invitaron a sus amigos los dictadores, el presidente ha recibido críticas de senadores republicanos y demócratas. Ya se hicieron de palabras AMLO y los congresistas, ya se lanzaron acusaciones, unos sin pruebas, el otro sin sustento. López Obrador acusa a Ted Cruz de estar recibiendo dinero de la Asociación Nacional del Rifle: «Yo lo emplazó a que presente las pruebas, de lo que está diciendo, porque yo si tengo pruebas de que a él le han dado dinero los que están a favor de la fabricación de armas en Estados Unidos y de que no haya ninguna prohibición para la venta de armas, yo tengo la pruebas».
AMLO dice que tiene pruebas de esas donaciones, porque ese tipo donaciones son legales, de modo que, aunque López Obrador quiera presentar a los senadores republicanos como corruptos, en realidad están dentro de la ley, de su ley. Pero ya saben cómo en el presidente de México, lo suyo, lo suyo, es difamar.
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