Con todo el aparato del estado, con un vocero e impulsor desde la mañanera y con recursos económicos ilimitados, Morena gana cuatro gubernaturas. De hecho, no se esperaba más. Tamaulipas, Oaxaca, Hidalgo y Quintana Roo serán gobernados por Morena, mientras que la alianza PRI-PAN-PRD se quedó con Aguascalientes y Durango. Las viejas prácticas usadas por el PRI, como la compra de votos, fueron usadas para darle una sopa de su propio chocolate al tricolor.
La plataforma electoral que descansa en los programas sociales que impulsa el presidente López Obrador, cumplió su cometido al impulsar a votar por Morena a miles de personas de la tercera edad que reciben su buena mesada cada dos meses y de miles de desempleados que no están estudiando y que el gobierno los premia con un buen incentivo económico.
Desde luego que no se critica el apoyo que se da a los que más lo necesitan, el problema es que el presidente usa esa estrategia como herramienta para sostener su gobierno de manera permanente en el poder. Eso sin contar que el país cruza un panorama nada alentador ante una inflación que ya supera el 7.2 por ciento. Ni hablar, en le democracia ganan las mayorías, aunque eso no garantice que tengan la razón y, si no, échenle un vistazo a Veracruz.
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