En Veracruz se asesina a periodistas porque se puede

Periodistas
Yesenia Aurora Mollinedo Falconi, periodista de Cosoleacaque, Veracruz, y su camarógrafa, Johana García Olivera, fueron asesinadas este mediodía, sumando 11 comunicadores en perder la vida de manera violenta en lo que va de 2022 FOTO: MUSSIOCARDENAS.COM
*Si alguien anda en líos que lo castiguen no que le maten
*La impunidad lo encubre todo; vivimos estado fallido

Carlos Jesús Rodríguez Rodríguez / ALGUNOS RECORDAMOS el Día de las Madres con profunda tristeza porque a nuestro ser querido nos lo quitó una terrible enfermedad incurable como es el cáncer de páncreas, y aunque en casi tres meses los médicos nos fueron preparando para enfrentar el desenlace final de ese episodio que suele ser el más cruel que un ser humano suele sufrir, la herida es profunda porque las mamás son ese alguien que transforma un momento normal en algo mágico; quienes sacan lo mejor de ti mismo, se convierten en la mejor amiga y consejera y está junto a ti, no importa lo que pase, y aunque los Papás deberían tener semejanzas en el afecto, tal vez porque ellas nos llevan en el vientre nueve meses compartiéndolo todo, desde su sangre, alimento y el oxígeno que nos hace vivir en sus entrañas hasta el alumbramiento, es por lo que se tornan especiales. Por ello perder a ese ser maravilloso siempre será doloroso y hasta traumático aun cuando se trata de un mal incurable como fue el caso de la mía que en menos de tres meses se fue, y acaso por ello no deseamos imaginar el dolor que debe experimentar un ser humano, sobre todo cuando se es niño, el perder a su madre víctima de balas asesinas, como ha ocurrido previo al Día de las Madres a los descendientes de las periodistas Yessenia Mollinedo Falconi y Sheila Johana García Olivera, la primera directora del portal El Veraz que se edita en el sur del Estado y, la segunda, camarógrafa y reportera del mismo medio, acribilladas al interior del auto de una de ellas afuera de una tienda de conveniencia en Cosoleacaque, allí donde lo mismo han ejecutado a una notable ex diputada y ex alcaldesa y a su hija sin que a la fecha pase nada, salvo la detención y procesamiento de los guardias de seguridad de la casa, cuando a todas luces se puede observar que hubo algo más en esos crímenes cuya autoría el propio Gobernador Cuitláhuac García Jiménez quiso re direccionar en su momento hacia los grupos caciquiles que operan en la zona, con los que ahora posa en fotografías como si fueran grandes cuates.

EN COSOLEACAQUE han matado a dos periodistas (porque ejercían el oficio), y cualquiera que hayan sido las causas –aun cuando se les pretende re victimizar dando a conocer supuestos audios que las ligan con la delincuencia organizada-, el Estado tiene una enorme responsabilidad en esos hechos de violencia porque no ha podido controlarla, por el contrario, con la impunidad imperante en todos los casos la alienta sin importarle la suerte de los gobernados. A Yessenia Mollinedo Falconi y Sheila Johana García Olivera las acribilló un comando armado que, como suelen moverse en muchos lugares de la Entidad, viajaban en motocicleta, lo que les permite escapar escabulléndose incluso entre el tráfico, y asi lo hicieron quienes seguramente solo cumplen instrucciones ya que atrás de la agresión debe haber otros actores, sean del Gobierno o de la delincuencia, porque de acuerdo a la propia Secretaria de Gobernación, muchos asesinatos de periodistas son cometidos por gente del Gobierno en infinidad de casos aliados con grupos delincuenciales, o por estos últimos debido a que lo escrito les provoca malestar o pone en riesgo sus millonarias ganancias, y si fuera, incluso, por estar en eventos fuera de la ley y el estado lo sabe y no actúa, su delito es, precisamente no ejercer la ley contra ellas en vez de ser asesinadas.

NO SE justifica, de ninguna manera, el cruel ataque contra las comunicadoras, y menos las expresiones de un gobernador trillado que acaso ni el mismo cree sus embustes, porque el Estado sabe lo que hacemos los periodistas, nos tienen vigilados, espiados, pero es fácil decir después: “Que le quede claro a quien no quisiera entenderlo, en Veracruz ya no hay ni complicidades ni se tolerarán estas agresiones, cualquiera que sea la motivación. Daremos con los perpetradores de este crimen, habrá justicia y no habrá impunidad como lo hemos dicho y hecho en otros casos. El Gobierno del Estado ya no es omiso ni cómplice, vamos tras ellos”. Y uno le diría: menos palabras y más acción Gobernador, menos rasgarse las vestiduras y más resultados, porque si la delincuencia sigue actuando en Veracruz cada vez con mayor libertad es, precisamente, por impunidad en torno a sus crímenes, porque se castiga a inocentes para dar la impresión de que trabajan, mientras los verdaderos responsables gozan de cabal salud. En pocas palabras, se burlan de su discurso porque saben que es hueco, y solo inducido por esa necesidad que tienen de decir algo, lo que sea para demostrar que está enojado por estos nuevos crímenes, aunque en el fondo, como su jefe Andrés Manuel López Obrador esté a las carcajadas diciendo para sus adentros: merecido se lo tenían.

VERACRUZ ES el Estado más peligroso para el ejercicio de la libertad de expresión, y en su gobierno se han cometido 8 de los 36 crímenes perpetrados en la administración de su jefe López Obrador, de los cuales 11 han ocurrido en lo que va del año. Y lo dicen expertos: Veracruz se ha convertido en el estado más peligroso para el ejercicio del periodismo en México, tanto por la cantidad de agresiones que sufren reporteros, editores, fotógrafos, camarógrafos, directivos o trabajadores de medios como por la variedad en los tipos de agresiones que abarcan desde el secuestro y homicidio hasta los ataques digitales, golpizas, amenazas o ataques a instalaciones o viviendas de periodistas. A esta situación se suma una precaria condición laboral para los periodistas, que hacen su trabajo con bajos salarios y nulas prestaciones, y en varios casos trabajando para medios que tienen intereses políticos por ser propiedad de funcionarios públicos o sus familiares. Y esa valuación se realizó en el contexto de una renovada atención hacia Veracruz tras el secuestro y asesinato del periodista Moisés Sánchez, director de la revista La Unión en el municipio de Medellín, y la presunta responsabilidad del alcalde de ese municipio como autor intelectual del crimen, el cual jamás ha sido detenido, hechos que siguen cometiéndose y siendo impunes hasta nuestros días con el asesinato más reciente de dos colegas mujeres acribilladas a mansalva.

Y ESA es la realidad de los periodistas en Veracruz, de acuerdo con una evaluación de riesgos llevada a cabo por Freedom House y el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ) con la cooperación de la Red de Periodistas de a Pie y la organización Periodistas sin Fronteras y el apoyo de la Fundación MacArthur. Lo demás son soflamas: que el crimen no quedará impune, que llevarán ante el juez a los agresores materiales e intelectuales, que el Gobierno Federal se comprometió a que no habrá impunidad en los asesinatos en Veracruz de las periodistas Yesenia Mollinedo y Sheila Johana García, directora y reportera del portal digital El Veraz Veracruz, cometidos este lunes. En fin, el mismo discurso sin resultados, aunque lo cierto es que dos reporteras, madres de familia fueron asesinadas en la víspera, y aunque se detuviera a uno o dos autores para taparle el ojo al macho, lo cierto es que ninguna de ellas revivirá y los descendientes quedarán marcados de por vida, como quedará marcado el ineficaz gobierno de Cuitláhuac García Jiménez y su fiscal carnala. Así las cosas. OPINA [email protected]

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