Dice Éric Cisneros Burgos, cobijado por sus voceros oficiales, que él no ofendió a la iglesia católica con su bautismo simulado. Y en eso tiene razón. El festejo del Pocito de Nacaquinia no es un festejo religioso, antes bien es una tradición que se había perdido y que se debe rescatar. Sin embargo, todos sabemos que el secretario de Gobierno está utilizando cualquier tipo de tradición y festejo para promoverse políticamente.
Si bien ya entendió que nunca llegará a ser gobernador de Veracruz, al menos aspira a una senaduría y si no se le da, aunque sea una diputación federal. La ofensa de Éric Cisneros es contra los misantecos, quienes fueron usados por este oscuro sujeto, para lograr sus fines políticos. Pero la congruencia también fue agredida y hasta el buen gusto.
Cisneros Burgos ha acusado al diputado Sergio Gutiérrez Luna, otro político que aspira a ser gobernador, de andar promoviéndose en Veracruz. Cisneros Burgos lo llama “mequetrefe y payaso”. Pero él, a la primera oportunidad que tiene, lo desplaza convirtiéndose en otro mequetrefe y payaso. ¿Dónde quedó la congruencia?
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