En los últimos meses nada le ha salido bien al presidente López Obrador. La Inflación sigue galopante arriba del siete por ciento, las gasolinas no bajan de precio, los pobres siguen aumentando en el país. A esto hay que sumar que la consulta para enjuiciar a los expresidentes fue un fiasco, lo mismo que la consulta de revocación de mandato que ya fue declarada como improcedente; puro dinero echado a la basura. Para colmo la reforma eléctrica del presidente no alcanzó los votos necesarios para ser aprobada; algo que le sigue ardiendo.
Pues a pesar de ello el presidente López Obrador se anima a mandar su iniciativa de reforma electoral, con la que pretende limitar el poder de los consejeros del Instituto Nacional Electoral, quienes tendrían que ser elegidos por el pueblo, su “pueblo sabio”. Otra de las modificaciones que busca es eliminar las diputaciones plurinominales, reduciendo así el número de legisladores tanto a nivel federal como estatal.
Más moderado en su lenguaje, en otras ocasiones hubiera dicho que mandaba su iniciativa para ser aprobada, en esta ocasión dijo: «Se dará a conocer propuesta de reforma constitucional en materia de democracia, la reforma electoral que se enviará hoy al Congreso para que se analice y se debata y en su caso se apruebe». «Y en su caso se apruebe», dijo. Y es que el presidente sabe que a su reforma electoral le puede pasar lo mismo que a su reforma eléctrica.
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