El clamor es en todo el país, porque desgraciadamente a lo largo del país los feminicidios siguen ocurriendo, cada vez con mayor frecuencia. Y no se trata de hacer justicia, detener al agresor o al feminicida y meterlo a prisión por muchos años. Se trata de tomar consciencia, de entender que no se puede seguir viendo a la mujer como un objeto de agresión sólo porque a muchos hombres les parecen vulnerables. Se trata de no permitir en las casas, en las escuelas, en los trabajos, en los lugares públicos y sobre todo en los lugares privados que se agreda a una mujer.
La situación que se vive en el país nos obliga a dejar de ser apáticos y no permitir que por omisión los agresores se salgan con la suya. Al hijo lo podemos reprender, lo mismo que al hermano, al padre violento lo debemos enfrentar. Debemos intervenir cada que veamos que se agrede a una mujer. Eso es lo que nos exigen las circunstancias, eso es lo que nos exigen las mujeres, quienes salieron por todo el país, incluso Xalapa, para solidarizarse con las víctimas, pero también para exigir justicia.
Porque ellas son Juana la de Agua Dulce y Juana la de Catemaco, son Debanh la chica de Monterrey, Marijó de Paracho y Naomi de Apatzingan; ellas son todas la mujeres agredidas y asesinadas, pero también son las mujeres que alzan la voz y exigen justicia.
Comentarios