Una cosa es el discurso y otra muy diferente los hechos. El jolgorio por la aprobación de la Ley Minera que incluye la nacionalización de preciado litio, no ha tomado en cuenta que no hay una industria mexicana fuerte que se encargue de su costosa explotación y producción. No hay la tecnología, ni el agua suficiente para la extracción del litio. A todo ello, hay que añadir que la reforma minera viola el T-MEC y el resto de tratados comerciales, al prohibir las concesiones para la extracción.
Tan solo en el estado de Sonora, donde las investigaciones van más adelantadas, por la intervención de Bacanora Lithium de origen chino, aún falta mucho por hacer, a pesar de una inversión millonaria mayor a los 50 millones de dólares, para estudios y viabilidad. Acaso podemos ser tan ingenuos, para creer que el gobierno del presidente López Obrador va a enfrentar en tribunales internacionales a China que es propietaria de Bacanora Lithium en Sonora.
Además, por si fuera poca cosa, el mismo López Obrador, ya reconoció que no se cuenta con la tecnología para encontrar, procesar y explotar el mineral. No cabe duda, que regresamos a la imagen del mexicano con sombrero y el nopal sentado en una valiosa mina, pero esta vez es de litio.
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