La campaña infame por parte de varios líderes, incluyendo la del propio presidente de Morena, y después de que varios personajes impresentables como Félix Salgado Macedonio y Mario Delgado lo exhibieron como ineficiente y un estorbo para la democracia, ahora allanan el terreno para darle la estocada final. Y es que resulta muy atractivo para el jefe del Ejecutivo federal tener el control de este organismo electoral, quien les guste o no, ha sido un verdadero garante de la alternancia partidista.
No hay que olvidar que, en épocas pasadas, tener al árbitro controlado, significaba ganar elecciones. La estrategia de confrontar al gobierno del presidente López Obrador con el INE, con la intención de desgastarlo y culparlo de los resultados adversos, no les funcionó a los miembros del establishment morenista, a quienes les salió el tiro por la culata.
Por otra parte, el bloque opositor no permitirá que desmantelen una institución que a pesar de tener sus propios errores, ha podido garantizar elecciones democráticas, muy a pesar de los intentos de secuestrarla desde la cúpula del poder.
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