Hay gente que no entiende. La misma persona que nos prometió que la gasolina se iba a poner en 10 pesos en litro, es la misma que ahora está prometiendo que la electricidad en las casas va a costar menos. No cumplió la primera promesa, ¿qué les hace pensar que va a cumplir la segunda? Pero no es la única promesa que Andrés Manuel López Obrador hiciera siendo candidato hasta en tres ocasiones. También prometió acabar con la pobreza, con la inseguridad, prometió hospitales como los de Dinamarca; bueno hasta prometió vender el avión presidencial el primer día de su gobierno. ¿El resultado?
La pobreza extrema sigue aumentando en nuestro país a pesar de los apoyos que el gobierno otorga a las comunidades; la inseguridad tiene a México de rodillas, los delincuentes no le tomaron la palabra al presidente y sus abrazos no son correspondidos con abrazos, sino con balazos. Los hospitales en México no son como los de Dinamarca, sólo los hospitales públicos son como los de Dinamarca, pero está muy fuera del alcance del mexicano común. El avión presidencial ya se alquila para bodas, bautizos y quince años.
Es difícil de entender cómo una sociedad, que se dice pensante, puede seguir apoyando a un presidente que no les ha cumplido. La Reforma Eléctrica tiene un trasfondo estatista, una urgencia del gobierno por hacerse del control de las necesidades del ciudadano para así dispensárselas a su propio albedrio político. ¿Cómo decirlo en palabras comunes? El estado quiere al pueblo muriendo de hambre para así poder darles de comer con su propia mano.
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