A menos que el PRI quiera desaparecer por completo del escenario político o se deje seducir por la entrega de la gubernatura del estado de Hidalgo, las posibilidades para que se apruebe la reforma eléctrica, emblema de la 4T, son muy pocas. Se sabe que entre la misma bancada morenista los aires de la derrota los comienzan a despeinar. Saben que será un duro golpe para el Proyecto de Nación del gobierno del presidente López Obrador.
Será una dolorosa derrota legislativa que tendrá fuertes repercusiones para la aprobación de las siguientes reformas. Los allegados al presidente reconocen que, si no logran convencer a más de 50 diputados tricolores, la reforma eléctrica estará muerta.
Saben que la política es de resultados y si no lo logran, muchas carreras políticas podrían estancarse, sobre todo que en Morena nada se mueve sin la venia del propio presidente de la República. Ese es otro riego que corren los morenos.
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