El presidente López Obrador luchó durante 18 años para conseguir la Presidencia de la República, un anhelo que finalmente consiguió en las elecciones del 2018. Fue muy marcado que, durante su campaña, señaló la importancia de tener instituciones fuertes, incluido un instituto electoral independiente. Sin embargo, hoy que su partido es el mayoritario, su modo de pensar ha cambiado radicalmente. Hoy el presidente considera como uno de su más férreo enemigo precisamente al Instituto Nacional Electoral (INE).
Razón por la cual buscará una reforma electoral que limite sus funciones y, sobre todo, al que se pueda controlar. Eso por donde quiera que se le vea sería un grave retroceso en el país. Sobre todo, porque los consejeros electorales estarían en deuda con el Ejecutivo federal o, en su caso, con sus operadores.
Y es que el rechazo por esa reforma se ha generalizado entre los expertos y conocedores del derecho electoral. Ojalá y que si en verdad se quiere fortalecer al Instituto Nacional Electoral (INE), se le respete su autonomía, de los contrario no dude usted que nuestro país sería una mala copia de la película producida por Luis Estrada, La dictadura Perfecta.
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