Las estructuras del aeropuerto de Qatar le dan un aspecto futurista al recinto. El edificio entero parece una ola enorme, un tsunami forjado en hierro, detenido por el tiempo. El aeropuerto de Beijing no se podía quedar atrás. Su techo es como un enjambre magnífico que cubre las instalaciones de una terminal aeroportuaria de primer mundo.
En cambio, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles no tiene belleza arquitectónica, sólo ensamblaje utilitario de trabes, techos sin diseño, pasillos con cabinas espantosas y baños decorados con imágenes de luchadores. El AIFA resultó ser feo, naco y caro, el sello de la Cuarta Transformación.