La metamorfosis es la transformación que experimentan determinados animales en su desarrollo biológico y que afecta no solo a su forma sino también a sus funciones y su modo de vida. Pero eso, no solo es privativo de los animales, también pasa con muchos personajes de la política. Los veracruzanos han sido testigos de la transformación que ha sufrido el ejecutivo local. Al menos los que conocieron a Cuitláhuac García antes de ser gobernador, saben muy bien que en estos momentos el gobernador, es una persona diferente. Se ha transformado, de ser un activista chabacano que protestaba contra la injusticia, a un gobernador represor.
En su mano no tiene un mazo ni una macana para golpear, pero si cuenta con una herramienta jurídicamente ilegal, que ha usado para castigar y encarcelar a los que los él considera enemigos de la 4T jarocha. Hay informes de que la cifra de gente encarcelada en el estado de Veracruz, por el delito de “ultrajes a la autoridad” ya rebasa los 4000, al menos así lo documenta la revista Proceso. Lo cierto es que, la recomendación 146/2021 de la CNDH, el aprendiz de represor se la ha pasado por el arco del triunfo, además, la supeditada bancada morenista en el congreso local, solamente le ha dado largas al asunto.
Lo realmente preocupante es que el gobernador sigue creyendo que esa figura punitiva, es necesaria para controlar a la delincuencia organizada. En su confusa manera de pensar, el gobernador jarocho asegura que gracias a ello, hay 40 peligrosos delincuentes presos y 500 lugartenientes detenidos. Como si no se les pudiera acusar de otra cosa. Ni hablar, esa es la metamorfosis de un activista chabacano, en un burdo aprendiz de represor.
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