Los de Morena dan asco por cínicos, por fariseos, porque pretenden hacer creer que una vez llegando a Morena sus pecados anteriores se han borrado y hasta pueden presumir sus fechorías. Patricia Armendáriz, una mujer de 66 años, que tiene la vida resuelta, se quiso dar el lujo de ser diputada. Se lo pidió a López Obrador a cambio de ser la más abyecta de sus defensoras. Ya propuso al presidente para el Premio Nobel de la Paz; ya defendió a los hijos de AMLO señalando que los líderes de la 4T no están obligados a vivir como los miserables militantes de Morena; ya exigió a los periodistas que den a conocer sus ingresos.
Patricia Armendáriz cree que todas esas acciones abyectas y vergonzosas le dan licencia para ser cínica. Es por ello que, en el pleno de la Cámara de Diputados, a la hora de defender la Ley de Disciplina Financiera hizo, a sus 66 años, un striptease, despojándose de las vestiduras de honesta, mostrando las arrugas de su corrupción.
La señora confesó: «El pago era en efectivo, mis comisiones eran en efectivo. Llenaba mis cajones y los mandaba a Suiza, y además, de eso, en el peor de los casos si me das tu estructura ahí te va el moche. En el mejor de los casos si era una persona decente me cobraba yo ‘mis honorarios inmensos’, porque solo yo sabía restructurar y porque además me mandaba el presidente en turno, y en el peor de los casos te volvía yo un corrupto presidente, porque corrompimos a los presidentes». ¡¿Así o más cínica?!
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