Consulta de revocación de mandato, ¿para qué?

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En apenas 48 días tendrá lugar la consulta para la revocación de mandato, que se realizará por primera vez en el país FOTO: WEB
- en Opinión

Arturo Reyes Isidoro / En apenas 48 días tendrá lugar la consulta para la revocación de mandato, que se realizará por primera vez en el país. 

La impulsa el presidente Andrés Manuel López Obrador. Se trata de un mecanismo de democracia participativa para revocarle o retirarle el cargo. 

¿Tiene razón de ser? Está normada, es legal, pero ¿qué caso tiene si AMLO mantiene un índice de popularidad de 60% o más y si todas las encuestas confirman que sería mayoría la que votaría porque siga en la presidencia? 

Además, está claro que López Obrador ganó la elección para gobernar seis años, por abrumadora mayoría, esto es, no quedó duda de su legitimidad. 

Pero, también, se están gastando ya 3 mil 830 millones de pesos, que costará en total, dinero que podría destinarse, por ejemplo, a comprar suficientes medicamentos para niños con cáncer. 

En las redes sociales circula un meme con una imagen caricaturizada del presidente y con la leyenda: “Si votas, no se va / Si no votas, no se va / Si pierde, no se va / Si gana, menos se va… Hagas lo que hagas, no se va”. Por supuesto, se llama a no participar. 

Luego de ver su comportamiento ante el escándalo por la casa de su hijo José Ramón en Houston, su negativa a que se investigue y se transparente en qué condiciones la obtuvo, en mi caso soy de los que desconfía de que, en efecto, aun si pierde no se va a ir. Le va a echar la culpa a Loret o al gobierno norteamericano, a los “conservadores”, a Carmen Aristegui, a los “traidores a la patria” o a quien se le ocurra. Actúa siempre conforme a su conveniencia o a su estado de ánimo, en forma ventajosa porque tiene el poder. Por supuesto, también soy de los que no va a participar. 

Pero la mayoría si lo va a hacer y lo va a aprobar, si me atengo a la última encuesta de Mitofsky publicada el miércoles pasado en El Economista. 

En su portal, Mitofsky publicó el 16 de febrero que 69.7% de los encuestados dijo que sí desea que se haga el referéndum revocatorio, 25.3% no y 5.0% dijo que no sabe. El 64.6% opinó que no quiere que se 

haga la consulta porque no quiere que AMLO se vaya. El resultado, pues, está muy claro. 

Obligaron a trabajadores a reunir firmas 

Lo que Mitofsky no registró es que muchos de los que firmaron para reunir la cuota que se requería para que se aprobara la consulta lo hicieron obligados. 

En buena parte, pues es engañosa. Tengo muchos testimonios de trabajadores del gobierno del estado que me platicaron que como en Veracruz no reunían el número suficiente de firmas, los amenazaron para que los ayudaran a reunirlas. 

A cada uno se le impuso una cuota de diez credenciales de elector, equivalentes a igual número de firmas, con la advertencia de que si no cumplían les descontarían una parte de su sueldo, los congelarían o, en el peor de los casos, los despedirían. Solo así lograron la cuota. 

Uno de los que participa en la organización de la consulta, seguramente tras de que lo pensó mucho, por fin se abrió conmigo, sottovoce, por supuesto: “¿Sabe? Se ha perdido mucha credibilidad. La 4T ya no jala como antes. Antes, si usted convocaba, iban cien; ahora van solo cincuenta. La verdad, estamos mal. Desde ahora le puedo decir que la consulta es un fracaso total”. 

Pero la consulta, el proceso, ya está en marcha. Y sí, una buena parte, la de quienes están contentos porque reciben el apoyo económico del gobierno seguramente van a ir a votar y lo harán en forma favorable a AMLO, aunque en el gobierno van a obligar, oootra vez, a los trabajadores a que lo hagan; organizan acarreos desde ahora. 

Los que reciben el “apoyo” están contentos con el dinero que les dan, cómo no, pero no con la forma en que va en el país ni en cómo se conduce ni en cómo se comporta el presidente. 

Están contentos, pero no alcanzan a razonar que lo que reciben hace ya un buen tiempo que se pulverizó por la inflación galopante debido a las circunstancias económicas provocadas por muchos factores, pero también por el mal manejo de la política económica, que no ha alentado las inversiones y, por el contrario, las ha desalentado e incluso ha provocado la fuga de capitales. 

A Hitler lo apoyó también, a ciegas, la mayoría 

Lo que me llevó a comentar todo lo anterrior, que para mí está muy claro, es un artículo que publicó ayer Luis Rubio en el diario Reforma, titulado: “Lo que viene”. Rubio es una de las mentes más lúcidas de México, de lectura obligada, imprescindible. 

Dice que “Recibir un ‘apoyo’ (el que da el gobierno), como lo llama el presidente, es muy bonito, pero no compensa la falta de crecimiento económico”. 

Pero apunta algo más inquietante. Cita el comienzo del libro El final del historiador Ian Kershaw, que relata los últimos meses del gobierno de Hitler. Reproduzco ese comienzo. 

“La catástrofe que venía era cada vez más evidente. Los errores y pérdidas se acumulaban, la destrucción era incontenible y el fin inminente y, sin embargo, nadie se rebeló. La población apoyó a su gobierno hasta el final, aun cuando eso implicara la destrucción total”. 

El articulista reseña que nadie se rebeló no obstante que las tropas soviéticas y norteamericanas avanzaban de manera constante, los bombardeos destruían ciudades enteras, devastando apartamentos y edificios icónicos, dejando a la población en la calle. 

En un entorno racional –apunta Rubio–, el gobierno alemán habría comenzado negociaciones para una rendición condicionada, “pero no fue así”: la obsesión por no reproducir momentos históricos previos (la rendición de Alemania en 1918) llevó al colapso total. 

“Pero –remarca– lo relevante de esta anécdota es que no era sólo el gobierno el que estaba obsesionado: la población (con excepciones naturales) estaba con su gobierno y no estuvo dispuesta a pensar distinto”. 

La historia nos cuenta el final: Hitler, los nazis, perdieron la guerra y Alemania quedó destrozada. En la firma del Tratado de Versalles, los aliados que habían ganado acordaron contribuir a la reconstrucción de ese gran país. 

Comenta Luis Rubio: “Lo que hace importante esta fascinante y trágica historia, y la conclusión a la que llega Kershaw, es que la población se había cegado ante la realidad circundante por su devoción obcecada al 

líder. Nada la podía hacer ver algo distinto, así fuera por la devastación física de las ciudades o de sus condiciones de vida. El carisma era tan poderoso que nadie parecía capaz de pensar por sí mismo, reconocer lo dramático de la situación, entender las consecuencias de sus acciones a lo largo de la guerra o percatarse del enorme desastre que había sido todo el gobierno y su proyecto mesiánico”. 

Hay mucha similitud con Hitler, en cómo lo sigue la gente: Luis Rubio 

Agrega que “México no es la Alemania Nazi ni el presidente es Hitler, pero existe una evidente similitud en la forma en que una parte de la población sigue ciegamente a López Obrador y se niega a reconocer que el deterioro es creciente y la ausencia de soluciones, patente”. 

Expresa: “Recibir un ‘apoyo’, como lo llama el presidente, es muy bonito, pero no compensa la falta de crecimiento económico, que es la única forma en que se puede reducir la pobreza de manera definitiva”. Sentencia severamente: “La gente vota con sus pies”. 

Su remate es contundente: “La historia que Kershaw cuenta es aterradora por el sufrimiento, miedo e irracionalidad que domina la forma de pensar, ya no de los liderazgos (que entendían perfectamente lo que venía), sino de la población en general ante la derrota segura. Nadie tuvo capacidad ni deseo para forzar un cambio de rumbo para evitar una catástrofe. Seguir ciegamente al líder fue su característica nodal y así le fue. La naturaleza del mexicano con suerte evite una catástrofe, pero nada nos quitará los enormes costos de un gobierno que supo atizar el conflicto pero no resolver los problemas ni crear condiciones para el progreso”. 

¿Y si resultara que, como dice la encuesta del Centro de Estudios de Políticas Públicas Iberoamericanas S.C. (CEPPI), de los que piensan participar, el 64.1%, esto es, la mayoría, vota por revocarle el mandato? 

Concertación veracruzana, va 

La organización política, Concertación Veracruzana (CV) sigue en movimiento. Ahora realizó su reunión Zona Sur. Santa García Baeza, coordinadora regional, reconoció la importancia de la presencia los líderes de los municipios de Acayucan, Coatzacoalcos, Tatahuicapan, Jesús Carranza, Nanchital, Agua Dulce, Minatitlán y Las Choapas, ya que, dijo, su asistencia es lo que fortalece a esta asociación estatal. 

Por su parte, Denisse Uscanga Méndez, coordinadora de CV, hizo hincapié en la relevancia de la participación ciudadana en la agenda social y en la formación y preparación de los veracruzanos para que se puedan empezar a desarrollar en forma más consciente y madura en la democracias. 

Los representantes de la directiva de la organización se comprometieron, en voz de su fundador, Jorge Uscanga Escobar, a llevar a cabo pláticas y cursos a los agremiados y ciudadanos interesados en conocer mejor sus derechos y cómo ejercerlos. 

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