Relojería La Perla y la historia de una familia alemana

Perla
Relojería La Perla FOTO: XALAPA ANTIGUO
- en Opinión

Jorge Díaz Bartolomé / Los relojes monumentales son construidos por fábricas especializadas, regularmente se hacen por encargo para decorar algún edificio público, obelisco, torre campanario o palacio municipal. El objetivo aparte de embellecer el entorno, es brindar al transeúnte la cortesía de dar la hora. Muchos relojes todavía tienen su maquinaria original, grandes engranes y pesas, otros debido a sus características mecánicas requieren un menor mantenimiento. Xalapa tiene uno importante, fue colocado en la Catedral Metropolitana y fue reparado por la fabrica Centenario, con sede en Zacatlán de las Manzanas; como parte de su mantenimiento, se le cambió la carátula. También mencionamos el reloj de la iglesia del Calvario el cual fue recientemente desmantelado; otro que se encuentra en la calle Enríquez y es precisamente el que nos ocupa el día de hoy. Algunas crónicas señalan que el reloj de la calle Enríquez decoraba y daba servicio a la antigua estación del ferrocarril, no obstante, siempre será recordado como el reloj de la joyería y regalos «La Perla; en una época más reciente el local fue ocupado por la Lotería Nacional. Hoy vamos a conocer un poco más sobre la historia de la familia de origen aleman que fundó esta relojería.

Fritz Roesch Buchinger nace en Alemania el 4 de agosto de 1897, a los 17 años participa en la Primera Guerra Mundial (del 28 de julio de 1914 al 11 de noviembre de 1918), por espacio de dos años se convierte en prisionero de guerra (1917-1919) en el campo de concentración francés Chateaureaux; después de ser liberado emigra a España para radicar en las ciudades de Tarragona y Barcelona, corría el año 1920. Cinco años después se traslada a Detroit en donde realiza un adiestramiento como Optometrista, en los relatos familiares se cuenta que fue invitado a Tampico a pasar unas vacaciones con unas amistades alemanas, sin embargo, por un descuido la visa de Estados Unidos se le vence, lo que origina que se tenga que quedar varios años en México. Para ganarse la vida, trabaja como dependiente en una joyería y relojería propiedad de los alemanes Teodoro Husseman y Federico Grebe. En diciembre de 1936 se le presenta la posibilidad de comprar una joyería en Xalapa, propiedad de la familia de apellido Willerer, quienes por razones personales se vieron en la necesidad de trasladar su residencia a la Ciudad de México; es de esta manera como Fritz Roesch finca su residencia en Xalapa, siendo en su momento dueño de la joyería, relojería y regalos “La Perla” y el inicio de una leyenda.

A principios de 1937 Fritz regresa a Alemania por un corto periodo de vacaciones para visitar a su familia, en donde gracias a la intervención de sus hermanas Martha y Frida, conoce a Anneliese Dietlen Madlinger, de quien se enamora y pide formalmente su mano a don Otto Dietlen. Fue así que la prometida se embarca el 26 de mayo de ese mismo año en el Orinoco y arriba al puerto de Veracruz el 18 de junio y se casan; la recepción fue en el Hotel Rex del centro histórico. El matrimonio Roesch-Dietlen radica desde entonces en Xalapa, al poco tiempo nace Juan y a los dos años Federico. Anneliese pronto aprende el español hasta dominarlo a la perfección, es aceptada en la sociedad xalapeña que frecuentaba el centro de la ciudad; por las mañanas se dedicaba a las labores del hogar y por las tardes acompañaba a Fritz a la relojería, que por cierto era el único establecimiento que vendía alhajas de oro y plata, cristal cortado, instrumentos musicales, además de ser la primera tienda en vender lentes con graduación. Fritz domina tres idiomas, además del español y Anneliese, era una persona muy amable; en “La Perla” eran frecuentes las reuniones con médicos, abogados y funcionarios del gobierno estatal para charlar, con quienes compartían una taza de café acompañada de un pastelillo alemán horneado por Anneliese.

En 1942, ante la declaración de guerra del gobierno de México a Alemania y ante la suspensión de garantías individuales para los alemanes radicados en México, la familia Roesch-Dietlen se ve en la necesidad de trasladarse a la Ciudad de México para presentarse en la Secretaría de Gobernación; estando algunas semanas con una familia de apellido Phole. Gracias a la amistad que habían formado las señora Maria de los Dolores Izaguirre, esposa del gobernador del estado, Adolfo Ruiz Cortines y la señora Anneliese, la familia puede obtener la naturalización mexicana, además de tener dos hijos nacidos en México, lo cual favorece su petición; fue así que regresan a Xalapa. Todo el tiempo que dura la guerra, el señor Fritz escucha largos ratos las noticias de Alemania en un radio de onda corta de la marca Telefunken, con el que diariamente ajusta cronométricamente la hora del reloj exterior de la relojería, tomando como modelo la que transmitía por pulso la estación inglesa Greenwick. Siempre que escuchaba las catastróficas noticias de guerra se entristecía, y exclamaba ¡No es posible, no lo puedo creer, que está sucediendo en mi Alemania!

El haber estado en México, la familia libra los estragos de Segunda Guerra Mundial, los familiares que se quedaron en Alemania perdieron todas sus propiedades, algunos fallecieron en combate. Semanalmente el señor Fritz enviaba a Alemania a través de la Cruz Roja Suiza, despensas ya que no tenían ni lo más indispensable para alimentarse. Así mismo se convierte en un enlace entre prisioneros de la Estación Migratoria. El plan de regresar a Alemania nunca se cristaliza, Fritz jamás lo acepta y Anneliese agradece que se le haya permitido estar lejos de su patria en los difíciles años de la guerra y post guerra; ambos tenían un gran cariño por México, se integraron y formaron parte de la vida social, cultural y económica de Xalapa, entre lo que destaca la relojería y regalos “La Perla”. -Xalapa Antiguo.

Extracto de un texto del Dr. Federico Roesch Dietlen y la Dra. Laura Roesch Ramos, publicado en los talleres de Industria Gráfica Internacional ECOMEDIOS en 2013.

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