Si ya de por sí ejercer el periodismo en México es un peligro, ahora imagínese cuando la autoridad, quien tiene la encomienda de dar protección a la ciudadanía en general, intimida y la agarra contra los reporteros, pues a éstos solamente les quedará encomendarse al Supremo. El arrebato que protagonizó el Ejecutivo veracruzano, no sólo tuvo repercusión local, sino que varios noticieros de carácter nacional dieron a conocer la postura intimidatoria que asumió Cuitláhuac García contra la periodista Sarah Landa, de Meganoticias.
En el recuento de los daños, seguramente los asesores del gobernador habrán evaluado que no fue poca cosa cuestionar a una periodista, independientemente del género de ésta, sabían que habría repercusiones por parte de los partidos de oposición. Y es que tal parece que el gobernador olvida el cargo que representa. Él debería dar muestra de tolerancia y respeto a los cuestionamientos que le hacen los reporteros y periodistas.
En todo caso, tendría que recurrir a la estrategia que usa el coordinador general de Comunicación Social y vocero del Gobierno de la República, Jesús Ramírez Cuevas, en Palacio Nacional y recurrir a personajes grotescos como Lord Molécula o el Pirata, para que le hagan preguntas a modo. Ojalá y que el gobernador de Veracruz haya aprendido la lección, pero conociéndolo, tenga la certeza que en unas cuantas semanas, volverá a la carga. Como dijera el escorpión de la fábula: «esa es mi naturaleza».
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