Mussio Cárdenas Arellano / Como gata herida, aruñando y con maullidos, Cuitláhuac García se aferra al siniestro delito de ultrajes a la autoridad, enfrentado a la Suprema Corte, al Senado, a las víctimas y abogados, denostando a la prensa, increpando, descalificando, fuera de sí.
Como fiera loca, se resiste a avanzar en la derogación del delito que lo llevó a implantar un récord deplorable, alrededor de mil 33 aprehensiones, en su mayoría ciudadanos inocentes a los que el móndrigo gobernador de Veracruz, bazofia de Morena, lanzó a las cárceles.
Ve extinguirse la herramienta de terror con que ha embestido a los enemigos, replegado a los adversarios, dominado a los que protestan, amedrentado al que discrepa de la actuación de la pandilla en el poder.
Cuitláhuac protagoniza un escándalo por el uso desmedido del delito de ultrajes a la autoridad y cuando Morena, su partido, tumba un acuerdo político en el Senado que abría la puerta a la desaparición de poderes y enfrentar la ley, recula e insiste en su modelo de terror.
La gata no tiene palabra. La gata simula ser dócil mientras afila las uñas. La gata finge ceder para luego reiniciar los ataques y continuar fabricando delitos, pervirtiendo al aparato policíaco, usando a jueces y magistrados venales, regodeándose con los ultrajes a la sociedad.
Semanas atrás caminaba hacia el abismo de la destitución y Morena le dio una bocanada de oxígeno a cambio de resarcir agravios. Dijo que sí y mintió. Concedió y dio marcha atrás. Ofreció derogar el arma que hizo legal el atropello de sus perros de presa contra la población civil y la oposición política y sólo maquilló el precepto legal para seguir con la represión.
El rufián quiere pleito y lo va a tener. Va unificando a todos, incluso los otrora irreconciliables enemigos —Dante Delgado con el yunismo azul, Héctor Yunes con Indira Rosales, fidelistas, duartistas, alemanistas—, los que detentan los hilos del poder, hasta conformar un bloque equiparable al que mandó a prisión a Javier Duarte por los excesos, el robo, la agresión a los que no comulgaban con él.
Cuitláhuac es un paria de la política. Es un desecho aberrante. Delinque solapado por el patrocinador de sus locuras y cómplice del abuso de autoridad, Andrés Manuel López Obrador.
Se ve como Javier Duarte en la pervertida relación con Enrique Peña Nieto, el que le permitió ultrajar las arcas públicas de Veracruz porque del robo descomunal le sabía compartir.
Es como Duarte y no quiere ver el desenlace fatal. Una vez que rebasó límites, Peña Nieto lo soltó, lo persiguió y lo llevó a prisión. Así, como un apestado, ha de terminar Cuitláhuac.
Tiene en la cárcel a José Manuel del Río Virgen, confrontando al líder del Senado, Ricardo Monreal Ávila. Del Río es el secretario técnico de la Junta de Coordinación Política en la Cámara Alta y alfil del dirigente nacional de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado Rannauro.
A Del Río Virgen le imputa la autoría intelectual del asesinato del ex candidato de Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Cazones, Remigio Tovar Tovar.
Su encarcelamiento fue el Waterloo de Cuitláhuac. Monreal y Dante auspiciaron la comisión especial del Senado para investigar el abuso de Cuitláhuac García y su banda delincuencial, el uso del delito de ultrajes a la autoridad para perseguir inocentes y fabricar culpables. Veracruz, convertido en el laboratorio obradorista para someter a enemigos y a la sociedad.
Monreal logró la condena de una facción de Morena en el Senado y se allegó el apoyo de las demás fracciones parlamentarias que advirtieron los alcances de Cuitláhuac García y el abuso del delito de ultrajes a la autoridad… hasta que López Obrador volvió a encubrir a su engendro.
Había la sospecha de que los senadores de Morena eran basura. Lo son. Se aliaron al rufián. Retiraron el apoyo a Monreal, amagaron con tumbarle la coordinación del grupo y la comisión se extinguió.
A cambio, el delito de ultrajes a la autoridad sería derogado. El gobernador dijo que sí y luego reculó. E inició el show.
Su devaneo es de burlesque. Que más de 40 jefes de plaza del crimen organizado saldrían libres luego de permanecer un año en prisión si se extingue la imputación de ultrajes a la autoridad. Que alguien cargará con la culpa. La alusión es a Dante y a Monreal.
O sea, un año y la fiscal espuria, Verónica Hernández Giadáns no les ha podido armar la carpeta de investigación.
Cuitláhuac desató una andanada. Y volvió a dar macha atrás. Aunque se extinga el delito de ultrajes a la autoridad, dice, los jefes de plaza permanecerán en prisión por otras acusaciones.
Otra burrada más: los diputados que hace 20 años legislaron para que incorporara esa figura delictiva “estaban felices cuando lo crearon”, dicen los despachos emanados de la sede del circo.
Y los corifeos del gobernador le hacen eco.
No es así. La figura delictiva tiene sus alcances y razón de ser. Evita que cualquiera agreda, ofenda, increpe a la autoridad, principalmente a policías en la aplicación de la justicia.
Pero el problema es el uso arbitrario, la aprehensión de ciudadanos sin orden judicial, los excesos policíacos, el atropello de ministeriales a personas inocentes. Si no hay cómo acusarlos, les inventan el ultraje a la autoridad. Y a enfrentar ocho meses, mínimo, de cárcel.
Cuitláhuac García y su pandilla abusaron de la fuerza. Usaron el delito de ultrajes a la autoridad para justificar encarcelamientos ilegales. Llegaron a sumar alrededor de 2 mil encarcelamientos y se han documentado por lo menos mil 33 que irán a instancias federales.
Cuitláhuac va enloqueciendo a medida que su arma de represión se destiñe. A Dante Delgado, a quienes se suman e integran el Movimiento por la Justicia los tilda de cínicos, hipócritas, corruptos, que defienden delincuentes y golpeadores de mujeres.
Solo faltaron Fidel Herrera, Javier Duarte, Miguel Ángel Yunes Linares, agrega. Son políticos viejos que intentan reciclarse, apunta como si el daño mental lo hiciera hablar.
Fustiga a Rogelio Franco, ex secretario de Gobierno de Yunes; a Tito Delfín, ex candidato a la presidencia estatal del PAN, al que le actualizó una denuncia que le integró el ex fiscal yunista, Jorge Winckler, y que luego pactó con el yunismo azul evidenciando la falta de dignidad.
“Dante defiende asesinos”, vocifera, herido, por la formación del Movimiento por la Justicia que se apostó frente a palacio de gobierno y desde ahí lo llamó rufián.
Su conferencia de prensa es otro mercado donde destila odio. No responde a los medios. Alega, gesticula y manotea. No escucha. Interrumpe. Increpa y atropella el derecho de los periodistas a preguntar.
Así ocurrió con Sarah Landa, de Meganoticias. Estalla al escuchar que hay colegios y barras de abogados en Veracruz que condenan el uso abusivo del delito de ultrajes a la autoridad. Exige saber quiénes son. Le aflora lo rufián, lo soez, lo vulgar.
Desata una condena general. El agravio a Sarah Landa es violencia política de género y se debe sancionar. Provoca el reclamo de las voces críticas mientras sus chayoteros, sus miserables a sueldo, callan o aplauden, o lo encomian, o lo justifican. Son tan ruines como él.
La Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas, alineada con la Cuarta Putrefacción, lo llama a respetar la libertad de expresión al tiempo que le reconoce su derecho a formular críticas, correcciones u objeciones con respecto a reportajes específicos de los medios.
La CEAPP de hoy es como la CEAPP de los tiempos de Javier Duarte, su creador. Anodina, cortesana, le faltan agallas para defender a la reportera agraviada y confrontar al agresor.
Cuitláhuac ve en el palacio de gobierno un congal de mala muerte donde se siente a sus anchas, donde grita y reta, como la cantina y pista de baile donde le gusta estar.
Ultrajes a la autoridad será derogado. O maquillado. Se creará una nueva figura que será lo mismo con distinto disfraz.
Con el nuevo delito, el gobernador volverá a violar la ley, remitir inocentes a las cárceles, fabricar culpables y proseguir con el estado de terror.
Cuitláhuac y Andrés Manuel están en lo suyo: que prevalezcan los ultrajes a la sociedad.
Archivo muerto
Y ahora la maroma estelar: Andrés Manuel desliza “pausar” relaciones diplomáticas con España. Noqueado por el escándalo de la Mansión del Bienestar, suma ya dos semanas sin atinar un sólo punto a favor. Insultó, difamó, se retorció por el impacto de las casas de Houston, por el nexo José Ramón López Beltrán-Carolyn Adams-empresa Baker Hughes-Pemex, por el desplome de popularidad de siete puntos en un mes. Llegó a admitir la debacle: “Me puedo caer pero me voy a levantar” y en el video se le caminando a paso lento. Caído, pues, López Obrador no sale de una cuando ya está metido en 10. Al reportaje de Latinus y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad responde con las vísceras, sin aclarar ni desvirtuar. Falta a su palabra el presidente, que no cesaba de aseverar que no metería las manos más que por su hijo Jesús Ernesto por ser menor de edad. A José Ratón le orquesta una defensa de lengua y bilis, sabiendo que las denuncias y demandas en México y Estados Unidos terminarán por esclarecer si la “renta” de la Mansión del Bienestar, en Houston, Texas, es elemento criminal en una trama de corrupción que permitió a la empresa Baker-Hughes incrementar los contratos con Pemex hasta alcanzar los 9 mil millones de pesos. Y ahora, a la retahíla de incoherencias, vapuleado por Loret de Mola, por Carmen Aristegui, por Proceso, por analistas y columnistas del alto nivel, por los medios serios, por la prensa internacional, aplica la maroma crucial: pausar la relación diplomática con España. Y allá no se explican qué mosco le picó. Ni Platanito se hubiera aventado una así. Su argumento es que ya “nos han robado mucho” cuando días atrás el gobierno español le dio el beneplácito a su propuesta de embajador, el priista Quirino Ordaz. Maltratado, Andrés Manuel sabe que en el subsuelo de la 4T hay pus, que la Mansión del Bienestar desnuda el discurso rollero del combate a la corrupción, que su hijo y nuera están implicados en tráfico de influencias y un caso de corrupción con recursos de Pemex. Fracasa el control de daños. Y no sabe qué hacer. Habla y se hunde más… Inquebrantable, Rosa María Cabrera vivió en la izquierda y así murió. Solía embelesar con sus charlas nutridas de sabiduría y vivencia, con su visión de la izquierda democrática, la brillantez de la palabra, la profundidad de las ideas. Demolía a los opositores, los emisarios del régimen autoritario, el priismo rapaz, exponiendo causas y fundamento, las razones del México desigual, el México cautivo por una clase inmoral que a través de la cooptación del poder atesoraba —y atesora— los bienes de la nación. Rosa María Cabrera Lotffe fue parte fundamental en el avance del proceso democrático. Se forjó en el Partido Comunista, en el Partido Socialista Unificado de México (PSUM), en la fundación del Partido de la Revolución Democrática. Fue puntal del perredismo que combatió al priismo veracruzano, candidata a diputada federal por Coatzacoalcos, lugar donde se crió, integrante del Congreso por la vía plurinominal, cimbrando a la clase política con explosivos discursos, trazando las líneas del México que se encaminaba a la alternancia. Gran amiga, compartía su vasto conocimiento político en charlas interminables en la mesa de café o generosa en entrevistas de prensa en las que nunca, jamás, rehuyó un cuestionamiento. Anduvo en las calles de Xalapa, codo con codo con el movimiento feminista, enarbolando demandas de respeto a la mujer. Y cuando menos lo imaginaba, habiendo posteado un pensamiento de aliento y buena intención, la vida se le fue. Se le va a llorar por muchos días. Se le habrá de recordar como pionera de la lucha social y forjadora del movimiento político que acuerpó a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, al que le mostró su lealtad hasta el final. Un infarto segó su vida pero su legado permanecerá… Corría el día 25 del reinado de Carmen Medel y el tesorero municipal se le fue. Ernesto Antonio Velasco Escobar se negó a pagar un software de 16 millones de pesos y emitir cheques sin factura y la educada alcaldesa lo quiso sobajar. Una cosa es soportar a una ignorante y otra aguantar a una majadera ignorante. Y la paró. Velasco Escobar dejó el encargo, asumido apenas el 1 de enero. Y así como esa, muchas más. Hay nuevos “aviadores” en la nómina. Hay un poder tras el trono. Hay un pésimo manejo de imagen de la presidenta municipal de Minatitlán que, dicho sea de paso, carece de toda capacidad para el cargo. La alcaldesa de las piruetas y las maromas le va siguiendo la ruta a su antecesor, Nicolás Reyes Álvarez, que en las primeras semanas vio renunciar a una secretaria del ayuntamiento que no sabía ni lo más elemental, y luego a Mathey, que incumplía los requisitos de ley, y así vino uno y otro más. Le queda entrarle a la revisión de cuentas, al deslinde de responsabilidades, remitiendo ante la justicia al ex presidente municipal, pues a don Nicolás le han hallado por lo menos 2 mil 200 millones de pesos en inconsistencias, que traducido al cristiano es descarada corrupción. Ya se verá si Carmen Medel llegó a gobernar o a solapar…
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