Ni en los peores momentos del PRI, excepto por el golpe de estado contra Excélsior que impulsó la salida del ilustre Julio Scherer, ningún gobierno había enfrentado a los periodistas por sus críticas como lo ha hecho el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Las críticas del presidente contra Carmen Aristegui, Carlos Loret de Mola, contra Víctor Trujillo y directamente contra Reforma, se han convertido en un bumerang que manda un mensaje de falta de tolerancia al periodismo crítico.
Y es que, tal parecer que el amo y señor de la 4T, no quiere entender que con esa postura provoca un efecto negativo ante la sociedad mexicana. El hecho de dedicar en una de sus mañaneras, una sección para desmentir las supuestas mentiras y excesos de los periodistas, manda un mensaje de que en la 4T tienen la piel muy sensible a las críticas.
Además, el alto número de muertes del gremio periodístico queda como testimonio de una política de seguridad fallida. De modo que, sería bueno que el Ejecutivo federal diera un golpe de timón a su relación con el gremio periodístico. Tenga por seguro que ese sería un buen mensaje para todos los mexicanos. Por cierto, una buena señal sería eliminar de las mañaneras la sección que lleva “la señorita que no sabe leer muy bien”.
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