Mientras los enviados del presidente piden unidad y conciliación a senadores morenistas; Cuitláhuac Gracia celebra victoria que no existe

Cuitláhuac
Cuitláhuac García Jiménez FOTO: WEB

Se sabe que la preocupación del Ejecutivo federal por el desaguisado entre Ricardo Monreal y el incompetente gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, era evidente. Al presidente de México le preocupaba que el pleito dividiera aún más a los senadores. El presidente tenía informes de que el ala radical incondicional a su investidura había amenazado con desconocer el liderazgo del zacatecano. Por el otro lado, se tenía conocimiento que los aliados a Ricardo Monreal habían amenazado que, si se atrevían de remover a Ricardo Monreal como su coordinador, no apoyarían las reformas del presidente.

Por tal razón, giró instrucciones precisas al secretario de gobernación, Adán Augusto López, a su vez a Olga Sánchez Codero, para apagar el fuego mediante un discurso de unidad y conciliación. Lo que algunos consideraron una derrota para Ricardo Monreal, en realidad había sido una salida inteligente y salomónica para no ahondar la brecha entre los senadores morenistas. No había que pensarle mucho, nadie habría salido ganando si se hubiera intentado remover al poderoso coordinador de los senadores.

Sin embargo, no todos comprendieron el mensaje, al menos en Veracruz, el gobernador comenzó a despotricar contra Ricardo Monreal y llamó “comisión patito” y “grupúsculo de senadores” a los del otro bando. Esas declaraciones ya estaban fuera de tono y no armonizaban con el mensaje de los apagafuegos que había mandado el Ejecutivo federal. Ni hablar no cabe duda que en el caso de Cuitláhuac García, aplica el dicho: «genio y figura hasta la sepultura».

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