«Pobre Veracruz, tan lejos de la justicia y tan cerca del autoritarismo», Ricardo Monreal, Dice el dicho que todos tenemos un muerto en el armario, sobre todo en lides políticas, esa frase señala que muchos, ya sea por su historial o acciones y actitudes, no están en posición de criticar o señalar a otras personas, ya que el acusador o instigador puede fácilmente ser cuestionado. Es un secreto a voces que en Veracruz, el poder del segundo bordo ha crecido sustancialmente. Por su escritorio pasan nombramientos de funcionarios, remociones y hasta vendettas. Su rupestre modo de hacer las cosas le ha acarreado roces con la Iglesia y con los medios de comunicación.
No pocas acusaciones pesan sobre sus hombros, sobre todo en lo que tiene que ver con la negativa de ayudar a los alcaldes con la seguridad de los municipios. Como muestra basta un botón, ahí está el caso de Florisel Ríos Delfín, presidenta municipal de Jamapa, Veracruz, presuntamente asesinada por un grupo criminal y que antes había solicitado el apoyo del secretario de Gobierno, sin embargo, sólo recibió humillaciones por parte de este funcionario.
No pasa desapercibido para los veracruzanos que la fiscal general del estado, Verónica Hernández Giadáns, fue nombrada por Cisneros Burgos, por esa razón no dude usted que ella esté metida hasta el cuello con la detención de José Manuel del Río, secretario técnico de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) de la Cámara Alta. De modo que, tenga por seguro que gran parte de la culpa por este enfrentamiento con el Senado, lleve la firma del segundo a bordo.
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