Es por ello que Proceso mantiene su línea independiente y cada que se da la oportunidad lanza un reportaje, artículo o entrevista en donde se desnuda al presiente de México, a quien Luis Costa Bonino califica como «un generador de polarizaciones ‘que divide el universo político mexicano entre el bien y el mal’, y que coloca en esta segunda opción a todo aquel que no comparte su discurso». De todo lo que se dice hay pruebas. La portada de Proceso es contundente. El rostro serio del presidente formado de imágenes tomadas de sus mañaneras y con el título: «Yo, el popular».
López Obrador se ha convertido en un presidente que está más pendientes de sus niveles de popularidad que de los niveles de pobreza en el país. Además, López Obrador no sólo ha dividido a su propio gabinete, sino que se ha ocupado de dividir a los mexicanos, calificando a unos de conservadores, fifís, complacientes y a los otros de pueblo bueno y sabio. Por supuesto se espera que el lunes en la mañanera López Obrador brinde otro espectáculo de intolerancia, descalificando a la revista que fundara don Julio Scherer García; quien dice era su amigo.