El sexenio de Andrés Manuel López Obrador empezó con un supuesto combate frontal al robo de combustible de Pemex, es decir el huachicol. De hecho, en las mañaneras, durante muchos meses, se presentaban las estadísticas y se lanzaba las campanas a vuelo señalando que, en la guerra contra los huachicoleros, México iba ganando. Pero de repente, dejaron de mostrar las estadísticas, dejaron de hablar del robo de combustible. Al parecer el gobierno se dio cuenta que el huchicol no sólo era un asunto del crimen organizado, sino de pueblos completos que se dedicaban a eso y que en eso basaban su sobrevivencia.
El gobierno de López Obrador se olvidó de su guerra y el huachicol siguió como si nadie lo hubiera combatido. El periódico El Universal informa que el crimen organizado sigue robando combustible, particularmente diésel, que es el mejor se vende entre los transportistas. Reporta El Universal: «De enero a junio de este año, la delincuencia organizada dedicada al robo de combustibles en la red de ductos de la petrolera —aproximadamente 17 mil kilómetros— extrajo, durante el proceso de transporte, un promedio de 229 mil barriles mensuales. Pero hubo meses, concretamente abril, en el que la desviación alcanzó 318 mil barriles».
Con razón en el gobierno de López Obrador ya nadie habla de eso, ya nadie habla del huachicol, una más de las guerras que han perdido.
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