Los derechos neoliberales

Andrés Manuel López Obrador FOTO: WEB
- en Opinión

Jorge Flores Martínez / Cada día se complica más poder seguir al presidente, parece que se perdió en la soberbia del poder y enloqueció en la soledad de Palacio Nacional.

Él mejor que nadie era el político del mexicano promedio, de los agraviados y lastimados durante décadas, del mexicano y mexicana hartos de lo de siempre. Justo esa cercanía con lo mediano era su mayor baluarte como político, ahí tiene sus votos y sus quereres, en el centro del espectro político, en el mexicano y mexicana promedio.

Su voto lo encontró en el maestro universitario, en las mujeres que quieren oportunidades reales y no la violencia de todos los días; en ambientalistas hartos de los negocios sucios del poder; en los que aman los animales y los bosques; en todos los que estaban cansados de la corrupción impune de siempre, en los profesionistas que aspiran un poco, solo estar un poco mejor.

Fue el candidato que mejor descifró la temperatura del malestar nacional, la interpretó perfectamente, ofreció las respuestas que queríamos escuchar y prometió esperanza a un país desesperanzado.

Pero lamento decirlo, nunca se comprometió con nada que no fuera él mismo, jamás mostró el menor interés por el medio ambiente, nunca le importó el movimiento feminista, siempre ha considerado a la sociedad civil como un estorbo y los únicos derechos que defiende y le importan son los suyos.

Siempre fue claro, le molestaban las energías limpias porque ama el petróleo, siempre que veía un aerogenerador se irritaba; cuando le preguntaban por los derechos de las minorías, su respuesta es que se debían someterse a consulta; siempre confundió los derechos humanos con la moral, al grado de prometernos a los mexicanos una nueva constitución moral para regenerarnos de nuestra herejía de no pensar como él y no pensar siempre en él.

El ambientalismo le estorba, porque se enfrenta a su idea de salvar a Pemex; las mujeres y su lucha no las comparte, porque en el feminismo no hay cabida para un líder moral como él; el siglo XXI no le gusta nada, porque nada de lo que ofrece se ajusta a su visión del mundo.

Ahora, justo a la mitad de su sexenio nos avisa que no esperemos nada de él, los nuevos derechos, como el feminismo, el ecologismo, la defensa de los derechos humanos y la protección de los animales, dice que fueron diseñados por el neoliberalismo para poder saquear a sus anchas, por eso para él no significan nada, si esos derechos no lo incluyen a él como centro de todo, no son derechos que valgan la pena.

Ya no hay esperanza, el presidente abrió sus cartas, las puso en la mesa a la vista de todos. Siento decirles, pero en sus cartas no hay nada parecido a derechos humanos, ecología, feminismo o cosas como esas. Lo único que le importa es él, lo demás es demasiado prosaico y vulgar para un espíritu tan elevado como el suyo.

Es justo la mitad del camino, tenemos dos opciones, nos ajustamos a los deseos del presidente o nos mantenemos como sociedad defendiendo lo que consideramos importante.

Serán tres años muy difíciles, el presidente ya mostró lo que quiere, es como en el póquer abierto, ahora nos toca a nosotros mostrarle que tenemos.

México se debate entre las energías limpias y renovables contra el combustóleo y el carbón. En cualquier otro país no habría la menor duda, aquí el tema lo ponemos en la mesa y lo debatimos como futuro.

Solo les puedo decir una cosa, no hay forma de entender el futuro en el combustóleo y el carbón. Así de simple, así de sencillo.

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