Las imágenes van acompañadas de la leyenda: «Esta muerta de hambre, asesina, ratera, se guardó una esclava que siempre traía puesta mi hermano. Una prueba más de que son unos cerdos, asesinos y vamos a llegar hasta las últimas consecuencias». La novia de Octavio Ocaña secunda esta acusación mostrando la misma secuencia de fotos y anotando: «No les bastó matarlo, puercos. ¡Le robaron todo lo que pudieron! Esa cadena era nuestra, ojalá se pudran en la cárcel».
Olvidan estas dos jóvenes que Octavio Ocaña conducía alcoholizado, drogado, huía de la policía y llevaba una pistola en a mano; es decir, una blanca palomita no era el muchacho a quien, en 2016, cuando tenía 17 años, ya lo había acusado de secuestrar, golpeara a un joven y ponerle una pistola en la cabeza, él y otros dos sujetos.