Es por ello que apenas tuvo la oportunidad de que el presidente López Obrador visitara Campeche siendo ella gobernadora, se fue de boca llenando de halagos y calificativos desproporcionados al líder de la Cuarta Transformación, de quien dijo éste era un poema: «Gracias, presidente. Hoy es la primera vez que lo veo aquí como presidente y yo como gobernadora. No puedo evitar la emoción. Gracias, presidente. Hoy es la primera vez que lo veo aquí como presidente y yo como gobernadora. No puedo evitar la emoción».
Usted esperaría que ante tantos elogios fuera de lugar el presidente se sonrojaría, pero no. El presidente ya está acostumbrado a que los esperpentos de las mañaneras, digamos Lord Molécula, lo pongan a la altura de un dios; que Layda, igual de esperpéntica que los de las mañaneras, diga que AMLO es un poema, es para él como un halago real. Por cierto, a mes y medio que Layda llegara como gobernadora de Campeche, ya presume que su estado es un «paraíso de seguridad».