En los últimos meses un juez había convocado a 750 gendarmes que habían trabajado cuando los hechos sucedieron. Uno de ellos fue declarado como desaparecido por su esposa, dos días antes de su audición y el 29 de septiembre fue hallado muerto. Según la fiscal de París, Laure Beccuau, el ADN del hombre correspondía con el perfil genético encontrado en las escenas del crimen. Medios informan que el sujeto escribió una carta de confesión y se suicidó en un apartamento en Grau-du-Soi.
Según varios medios, François confiesa en su carta ser quien había cometido los delitos, esto, aunque no dio nombres de las víctimas o las circunstancias. Igualmente reconoce que después de haber cometido tales actos se comenzó a sentir perseguido por la policía y asegura que desde 1977 no cometió ningún otro crimen. Por su parte, el abogado de la familia de la niña agradeció a las autoridades y a los padres por nunca rendirse, igualmente lamentó que se hubiera ido y guardado sus secretos. Al hombre se le atribuyen, además de los delitos mencionados, seis violaciones.