A punto de cumplirse tres años de la hazaña lograda por Andrés Manuel López Obrador, al llegar a la presidencia de México mediante una copiosa y nutrida votación, la ausencia de la democracia en el SNTE es palpable. Aún están frescas y claras las palabras del presidente que pronunció en el mes de abril del 2019: «Ya hasta estoy reservando mi lugar en primera fila, porque quiero ver las elecciones internas, quiero ver a los maestros votando por primera vez en urnas de manera libre y en secreto, sin acarreos, sin amenazas, con democracia».
Muchos maestros de manera ingenua creyeron que así sería, pues esas palabras coincidían con la llegada de una nueva Ley Laboral. Además, en la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) estaba Luisa María Alcalde, una joven funcionaria a la que se le veían ganas de democratizar a los sindicatos. Sin embargo, su trabajo tortuguero no ha dado los resultados esperados. Es más, su propio progenitor es el asesor estrella del verdadero obstáculo de la democratización del SNTE, a saber Alfonso Cepeda Salas, actual dirigente del gigante magisterial.
De hecho, Cepeda Salas ha manifestado públicamente que nadie lo va a mover de su puesto hasta el 2024. Su acercamiento con el poder federal es evidente, su actitud pueril y sumisa a todo proyecto que venga del presidente es aceptado sin chistar y sin tomar en cuenta la opinión de la base sindical. Por tal motivo, ante tanta tardanza, tenga por seguro que los maestros pronto darán de qué hablar en su intentona de democratizar al SNTE.
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