Cuando Porfirio Díaz concedió la entrevista al periodista James Creelman, jamás se imaginó las consecuencias. Sus palabras señalando que México ya estaba preparado para elecciones democráticas corrieron como reguero de pólvora por todo el país, fue el parteaguas que detonó la efervescencia política que finalmente provocara su exilio a Francia. No dudamos ni un instante que Andrés Manuel López Obrador es un verdadero animal político que se las sabe de todas, de modo que el destape que hizo de varios de sus colaboradores para las elecciones presidenciales del 2024, no fue un exabrupto.
Fue una estrategia muy bien pensada que le permitirá un respiro sobre temas delicados como el manejo de la pandemia, los videos de sus hermanos y sobre la falta de medicamentos para niños con cáncer. Es cierto que este destape, donde por cierto deja fuera a Ricardo Monreal, ha hecho que los protagonistas comiencen a moverse.
Como es el caso del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Causabón, quien le toma la palabra al presidente y de paso le agradece que lo haya mencionado. Lo cierto es que esta estrategia es una espada de dos filos, ya que puede desgastar a su partido y acrecentar el canibalismo que ya de por sí ha polarizado a sus correligionarios. Y si no lo creen, que le pregunten a Mario Delgado.
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