El OPLE deja mucho que desear

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OPLE FOTO: WEB
- en Opinión

Irineo Domínguez Méndez / La pandemia no perdonó ningún ámbito de la vida del País. Los estragos que causa se vieron reflejados en la vida política del País. Inmersos en esa vorágine contaminada por la injerencia gubernamental, en todos los niveles, el proceso electoral que vivimos en Veracruz padeció la peor organización para enfrentarlo. El OPLE careció de capacidad para elaborar la planeación requerida, en tiempo y forma. La convocatoria del OPLE para seleccionar a los integrantes de los consejos distritales y municipales electorales descubrió las limitaciones de los consejeros electorales; el Consejo General no pudo conducir a buen término este proceso. Las violaciones efectuadas por los actores políticos se debieron a la falta de credibilidad y calidad moral que tiene este organismo. Los partidos no respetaron los procedimientos para la selección de candidatos; violaron constantemente varios contenidos del Código electoral local; la presunción de falta de autonomía del OPLE es otra constante y, por último, en Veracruz, la violencia política estuvo presente durante todo el proceso.

Hablando de la violencia política, recordamos la pérdida de vidas humanas de candidatos y simpatizantes. La búsqueda del poder – en su parte más negativa – tuvo como resultado enfrentamientos entre adversarios políticos; incluso, entre militantes y simpatizantes del mismo partido. Los partidos viejos fueron los que más padecieron esta conducta delictiva. El OPLE nunca exigió garantías para candidatos y campañas. Si acaso, fue selectivo en ello.

Lo anterior representa el escenario donde la incapacidad mostrada por el OPLE de Veracruz sobresalió; con mínima autonomía, o sin ella, mostró que no puede con la responsabilidad. Durante la etapa preparatoria no pudo cubrir con gente capacitada los cargos de consejeros distritales y municipales; mucho menos convencieron al número necesario de personas que integrarían las mesas de casillas.  Las renuncias surgieron desde el inicio de las capacitaciones; las más fueron motivadas por falta de garantías personales; las últimas fueron de funcionarios del Consejo municipal de Alvarado. Las vacantes fueron sustituidas por los suplentes; quienes no reunían las mismas cualidades de los propietarios.

Con “parches” de todo tipo en los consejos distritales y municipales se llevaron a cabo la jornada electoral y la etapa postelectoral. La ausencia de cientos de funcionarios propietarios integrantes de las mesas de casilla representó un medio para cometer irregularidades. La “sustitución” de integrantes de mesas de casillas, que realizaron los funcionarios que sí se presentaron a cumplir su encomienda, no se apegó a derecho porque, en la mayoría de los casos, no se efectuó el “corrimiento” de posiciones. Así lo denunciaron los representantes de partido en las hojas de incidencias y en los recursos de inconformidad. El Consejo General del OPLE hizo mutis y no ha aclarado cuántos funcionarios fueron “sustituidos” por “ciudadanos sin capacitación”.

Como dice el dicho: “árbol que nace torcido jamás se endereza”. El dicho viene a colación porque se sabe que el Consejo General estuvo de acuerdo en la violación al artículo 61 del Código Electoral de Veracruz que a la letra dice: Artículo 61. El partido deberá informar al Consejo General del Instituto Electoral Veracruzano, dentro de los cinco días inmediatos a la conclusión del registro de precandidatos, lo siguiente: I. La relación de registros de precandidatos aprobados por el partido, así como el procedimiento de elección respectivo; II. Las candidaturas por las que compiten; (…)  IV. El tope de gastos que haya fijado el órgano directivo del partido; (…).  La Dirección Ejecutiva de Prerrogativas y Partidos Políticos informó desconocer la información del avance o estatus de los precandidatos, pasados 8 días a la conclusión de registros.  Tengo en mi poder el oficio en el cual se hace dicha confesión.

Así las cosas, cuando el árbitro carece de las cualidades que garanticen los principios rectores de todo proceso: de certeza, imparcialidad, independencia, legalidad, máxima publicidad y objetividad, el resultado es desastroso. Tal vez el OPLE cumplió con acuerdos partidistas, pero incumplió con la norma que lo rige.

La certeza disminuyó con la deficiente capacitación que recibieron los funcionarios que integraron los consejos y las mesas de casillas; así mismo, cuando hubo quema de paquetes electorales y no se contó con actas de escrutinio y cómputo, como fue el caso de Cosautlán; también cuando los paquetes no fueron entregados por los funcionarios de casilla, sino por asistentes electorales, sin ser esta su función, etc. La independencia del OPLE siempre ha sido cuestionada por propios y extraños; se ha presumido la injerencia del gobierno en turno. La imparcialidad brilló por su ausencia; por la misma razón antes comentada.  La legalidad es lo más cuestionado por el cúmulo de irregularidades cometidas por los actores políticos y por los propios funcionarios del OPLE. La máxima publicidad se vio menguada por la falta de publicitación de resultados en las mesas de casillas y en los locales de los consejos. La objetividad se violentó por inclinaciones partidistas de funcionarios, que fueron denunciadas en varios casos.

El OPLE fue permisivo en extremo. Para “borrar” sus errores atrajo los escrutinios y cómputos de varias elecciones municipales. Con ello, “colaboró” a favor de la ilegalidad. Primero, se presume dio indicaciones de abrir más paquetes que los solicitados por los partidos políticos. Segundo, con la apertura y nuevos escrutinios y cómputos de casillas en los consejos y en el seno del Consejo General, se ha sorprendido la buena fe de los candidatos; esto es así, porque al realizar un nuevo escrutinio y cómputo, las casillas ya no podrán impugnarse. Las pruebas de irregularidades que influyeron en el resultado electoral han sido debilitadas en su magnitud probatoria.

Es tiempo de que la sociedad tome cartas en el asunto y juzgue la pertinencia de la existencia de este órgano electoral local. Seguimos hablando de austeridad y, sin embargo, continuamos manteniendo elefantes blancos que han perdido todo propósito. El OPLE de Veracruz tiene que desaparecer, representa un gasto innecesario. Sus funciones tienen que ser desempeñadas por el INE. La reforma electoral que envíe el gobernador al congreso local debe encaminarse a la desaparición, no solo de los consejos municipales, sino del OPLE también; incluir la atracción de las elecciones locales por parte del INE resultará más barato y beneficioso para el pueblo veracruzano.

Las propuestas que su servidor hace para la reforma electoral son las siguientes: 1) que desaparezcan las posiciones plurinominales en el congreso local; b) que se elijan diputados de mayoría aplicando el proceso actual para elegir diputados y regidores; y 3) que se realcen foros de consulta ciudadana y se recojan las propuestas de reforma electoral de los asistentes y sean debatidas en el congreso.  ¿Usted, qué propone?

Otro sí digo. – La reforma electoral que se avecina a nivel nacional y local es la oportunidad de la sociedad para intervenir en la cosa pública. Exijamos la realización de foros ciudadanos. La democracia participativa es la mejor.

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