A mí me gusta la palabra hebrea abba, que significa «papito»; ab es padre. Imagino a los bebés de los hebreos llamando con su primer balbuceo a ese hombre que lo frecuenta con su sonrisa. Imagino el esfuerzo que hace el bebé al soltar su primera oclusiva, «ba», y lo supongo feliz cuando ya identificado, el bebé le regala a ese hombre querido, un «abba», «papito».
Otros bebés se valieron de un fonema dental, como «da», de ahí que la palabra inglesa «dad», signifique padre. Yo no soy lingüista, ni pongo a prueba el conocimiento de los lingüistas. Sólo me gusta elucubrar pensando que a los padres los inventaron los bebés, esos seres tiernos que aprenden a identificar a su progenitor con el olfato primero, con la vista después, con el tacto, y finalmente, después de todas esas sensaciones, a quienes lo merecen, los ungen con un balbuceo: «ba», «pa»,«da».