La tendencia que se ha visto es que regularmente, si eligen alcalde de un partido, es frecuente que del mismo partido se elija a los diputados locales y federales. Eso pasó en el caso de la presidencia de la República. La cabeza termina jalando el resto del cuerpo. Eso es lo que pasó en el caso de Ricardo Ahued, quien arrasó con una gran votación, pero asimismo arrastró a diputados que, estaba probado, eran pésimos candidatos y se augura seguirán siendo pésimos representantes populares.
Nos queda claro que el elector no es muy hábil para votar de manera diferenciada. De modo que en la capital de Veracruz se dio el efecto Ahued, así como en la elección del 2018 se dio el efecto López Obrador. Lo lamentable es que este efecto contribuye a que el congreso quede en manos de un partido que, también lo ha demostrado, ha realizado un pésimo trabajo.