No obstante, la situación médica en torno a este muchacho cada vez empeoraba más y más al punto que la vida se le iba por sus ojos. Su madre relata que el pequeño ya no hablaba y los únicos movimientos que hacía, le recordaban cuando él se la pasaba horas y horas jugando al Free Fire.
«Estuvo tres meses que no comió, no le sentía sabor a nada, me decía que yo le echaba algo a la comida, fue imposible rescatarlo, y murió», expresó la señora Antúnez. Las últimas palabras que esta señora recuerda de su hijo fueron: «Cuando me recupere, volver a jugar Free Fire».