Lo cierto es que la que ya es considerada la campaña más importante de la historia en México, no sólo por la coyuntura que se vive en el país, ya que el partido en el poder podría perder la mayoría en el Congreso Federal, sino también por la inmensa cantidad de puestos que están en juego y por el sesgo de violencia en la que se desenvuelven los candidatos.
Se quiera reconocer o no, pero el Instituto Nacional Electoral (INE) hasta el momento se ha mostrado equilibrado y ecuánime en su papel como organizador y árbitro electoral, muy a pesar de la campaña de lodo que el propio Ejecutivo federal ha impulsado. Ojalá y que los resultados no sean motivo para seguir denostando al INE, y de motivo para denunciar un fraude donde no lo haya.