Sectario y dogmático, así se conduce el presidente de México. Ningún miembro de su gabinete puede contradecirlo, los que se han atrevido han quedado regados en el camino. Sólo él tiene la razón, no por algo es el padre de la Cuarta Transformación. 18 años de lucha contra los poderes fácticos que se adueñaron el país durante más de nueve décadas, lo respaldan. Y es que Andrés Manuel López Obrador sabe que ya tiene un espacio ganado en la historia de este país. Él mismo se ha comparado a Madero, un presidente que cometió el error que está cometiendo el tabasqueño, a saber, rodearse de políticos sin escrúpulos.
Si Andrés Manuel López Obrador no se ha dado cuenta o se hace de la vista gorda de que, en su gobierno, al igual que el de Madero, donde los científicos leales a Porfirio Díaz fueron finalmente los que empinaron al exilio al oaxaqueño, entonces el primer mandatario peca de ingenuidad.
Si en verdad López Obrador quiere pasar a la historia como un verdadero demócrata, debe dejar de atacar al Instituto Nacional Electoral (INE), debe sacar las manos del Congreso Federal y no meter su cuchara en la vida autónoma del poder Judicial. Aunque conociendo la tozudez y el talante del de Macuspana, va estar en chino que el señor todo poderoso de la 4T reconozca que se ha equivocado.
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