Las elecciones del 2006 fueron, después de las de 1988, de las elecciones más cuestionadas. EL instituto Federal Electoral le dio el triunfo a Felipe Calderón por una fracción de punto. Las manifestaciones por parte de los seguidores de Andrés Manuel López Obrador en contra de ese triunfo no se hicieron esperar. Para echarle más sal a la herida, al ser cuestionado Felipe Calderón sobre la legalidad de su victoria electoral, debido a las miles de protestas que había, así como las acusaciones de fraude, éste respondió que él había ganado al «haiga sido como haiga sido». El trauma que esta frase dejó en la izquierda es una huella difícil de borrar.
Ya con el poder, la izquierda aglutinada en el partido Morena, hace catarsis. Esta vez ellos, rencorosos, víctimas de un fraude, están dispuestos a ganar las elecciones de la misma manera que ganara Felipe Calderón, al «haiga sido como haiga sido». El mismo presidente de la República está decidido a meter las manos en la contienda electoral, aunque la ley se lo prohíba.
Como le interesa la gubernatura de Nuevo León, ya le echó la FGR a los candidatos que le van ganando a Clara Luz, la candidata de Morena. En los diferentes estados de la República, digamos Veracruz, la represión, el acoso judicial, la violencia y amenazas están a la orden del día. El gobierno opera de esa manera para quedarse con el triunfo al «haiga sido como haiga sido». Pobrecito López Obrador, tanto odiaba a los mapaches electorales que Dios lo castigó volviéndolo igual que ellos.
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