¡Imagine! En febrero de 2019 el 83 por ciento de los mexicanos aprobaba el trabajo del presidente López Obrador en el gobierno. Y eso que tenía escasos meses ejerciendo. En ese entonces López Obrador era un “rockstar”. Todos le aplaudíamos sus promesas, sus primeras medidas, sus declaraciones; todos estábamos pendientes de sus mañaneras. Sin embargo, el tiempo fue pasando, la gasolina no bajó (AMLO mismo dijo que no sabía por qué la gasolina seguía subiendo), el gas subió de precio, la electricidad también. AMLO empezó a eliminar programas sociales como guarderías y apoyos a grupos vulnerables, al campo y a la clase media.
En sus mañaneras se subía como a un ring para pelearse con quien se le pusiera enfrente. Eso lo fue desgastando, eso fue provocando que ese 83 por ciento de aprobación bajara. Después vinieron las malas decisiones, el mal manejo de la pandemia, y aunque uno esperaría que eso derrumbaría la aprobación del presidente, su aprobación se sostuvo alrededor del 65 por ciento.
De acuerdo con la última encuesta de El Financiero, en abril de 2021 el presidente bajó cuatro puntos porcentuales de aprobación, quedando en un 57 por ciento. Por supuesto, sigue siendo alto si se toma en cuenta que en rubros como Seguridad Pública el presidente tiene una desaprobación del 67 por ciento; en Economía su desaprobación es del 49 por ciento. De hecho, sólo un 27 por ciento de los encuestados percibe que el país lleva un buen rumbo.
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