El esposo marcó al móvil de su mujer y nada. Marcó al número de casa, y nada. Intentó varias veces hasta que a la cuarta vez levantaron el auricular. La sorpresa fue que en vez de que contestara Mariana, contestó su pequeño de tres años. Lo único que pudo decir el menor fue: «Papi, mamá está durmiendo mucho». El hombre de inmediato supo que algo no estaba bien así que se trasladó a su domicilio. Al entrar a su casa, el aire parecía estar espeso, de tal grado que sentía como le golpeaba la cara.
El tiempo se detuvo, su corazón latía más rápido de lo normal y en la recámara, donde había dejado a Mariana, estaba muerta junto a la pequeña de apenas meses de nacida. Las indicaciones de los doctores fue que la mujer tuvo una muerte súbita, y el dictamen de la pequeña fue que, se asfixió con el pecho de su madre. «Es la impresión más fuerte de toda mi vida, no sé si en algún momento pueda superarlo, las vi acostadas. Mi mujer estaba fría y mi hija violeta. En ese momento comprendí que nunca más volvería a escuchar sus voces».