En México son varias las celebraciones que se confunden y que coinciden. El 3 de enero se celebra el Día del Periodista, el 3 de mayo se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa, el 7 de junio se celebra el Día de la Libertad de Expresión. En estos tres días los únicos que reciben felicitaciones son los periodistas, los medios de comunicación. Sin embargo, el único día que los periodistas nos podríamos arrogar es el 3 de enero, Día del Periodista. Tanto el Día de la Libertad de Prensa como el Día de la Libertad de Expresión es un día para que lo celebren los ciudadanos, los gobiernos.
Todos somos partícipes de la libertad de expresión, todos somos responsables de la libertad de prensa. Por ello, cuando en Veracruz un funcionario, digamos el secretario de Gobierno, se lanza sobre un medio de comunicación, todos, ciudadanos, periodistas, organismos de Derechos Humanos, organizaciones de protección para los periodistas y hasta el mismo gobierno, debería defender esas libertades consagradas en la constitución.
Pero en Veracruz, el gobernador Cuitláhuac García, en su imbecilidad (esta libertad de expresión nos permite usar ese calificativo para alguien que, a nuestro parecer, se comporta como un imbécil), en lugar de ponerse del lado del medio de comunicación, en lugar de salvaguardar las libertades de prensa y de expresión, respalda al agresor de medios de comunicación. En Veracruz, con el gobierno de Cuitláhuac García, la libertad de prensa y libertad de expresión son letra muerta.
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