Óscar recuerda que el momento más difícil que pasó antes de llegar a la frontera fue estar hacinado en un tráiler, donde hacía mucho calor, donde muchos, incluso él, se desmayaron. Pero sobrevivió y se consiguió un amigo que constantemente le decía que no se diera por vencido, «que teníamos que llegar, con la misericordia de Dios. Y también me dijo que allá iba yo a tener una mejor vida».
Y ahí estaba Óscar, en Valle del Río Grande, esperando cruzar la frontera. Cuando le preguntan por qué hizo el viaje solo, él contesta: «Yo me vine porque nosotros no teníamos qué comer». La historia de Óscar es una entre miles de historias de niños migrantes, que cada vez más seguido tratan de cruzar la frontera de los Estados Unidos.