Negro y blanco, bueno y malo, frío y caliente, pequeño y grande, amor y odio, conservadores y liberales; para el presidente de México, los antónimos juegan un papel importante, al menos en su vocabulario. Esta postura, donde el Ejecutivo federal se coloca junto con los funcionarios de la 4T en los interiores del castillo de la pureza y, para él, sus detractores forman parte del mismito infierno, ha puesto al país en una confrontación que pudiera desembocar en violencia entre sus militantes y la oposición a su gobierno. Esta situación ya ha rebasado las fronteras y no pasa desapercibida para la comunidad internacional.
Al menos en la Madre Patria, el influyente periódico El País en su editorial del día de hoy, señala con el tema: “México crispado, López Obrador usa la presidencia y siembra la discordia con fines electorales”, la situación que ha provocado el presidente López Obrador, al empeñarse en desarrollar «en las últimas semanas una estrategia de confrontación que coincide con un momento de extrema debilidad del país, aún bajo los estragos de la pandemia y su estela de muerte y destrucción económica».
«Agitar el árbol de la discordia, situarse en perpetuo centro del tablero, arremeter sin pausa y con saña contra los adversarios (reales o inventados) o abrir heridas que se daban por cerradas, podrá ayudar a recargar las baterías electorales, como se ha visto por desgracia en otros países, pero aleja a México de la senda de la concordia y recuperación que tanto necesita», señala El País. Seguramente en Palacio Nacional no les gustó la radiografía que presenta este medio, por cierto, muy leído en muchas partes del mundo.
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