Salvador Muñoz / Parafraseando a Borges con su Gólem, la expresión está hecha de vocales y consonantes que ocultan el peor anatema que un hombre… ¡más bien un mexicano! puede recibir de otra persona: una mentada de madre.
La “mentada”, si me atengo a la simpleza de la palabra, se refiere a la mención, al llamado, a invocar a uno de los seres más sagrados que nuestra cultura tiene: la madre, pero con aviesas intenciones.
El “Chingar a tu madre” hubiera vuelto loco de alegría a Sigmund Freud poniendo al diván a cada mexicano que confrontó a otro ante el insulto, para cuestionarle el porqué su furia, su indignación, ante una expresión que le sugiere que tenga relaciones sexuales con su propia progenitora.
Sí, se “mancilla” con el pensamiento, con sugerencia de incesto, lo más sagrado que puede tener un mexicano como es su madre, aunque estoy seguro que nadie que vocifera un “¡Chinga a tu madre!”, en su imaginario ve fornicando al receptor de este insulto máximo en nuestra cultura… no… muchas de las veces el “Chinga a tu madre” es sólo una simple expresión de enojo, de rechazo, de enfado, de decir a quien lo recibe, que se está en desacuerdo con él y lo que uno quisiera en esos momentos, es que se fuera, desapareciera, no estuviera ante nuestra vista…
Mentar la madre a un político es un rechazo a su labor, a su trabajo, o en el caso de Andrés Manuel López Obrador, podría ser un desprecio a su Gobierno… digo, pensando en que fue una acción espontánea por parte de los involucrados. ¿Qué quiero decir? ¡Tranquilos derechairos! No hablo de un “compló”, de algo planeado, o de alguna estrategia que busque afectar la imagen de AMLO! Me refiero al vaticinio que en su momento hizo Andy Warhol: “en el futuro, todos serán famosos mundialmente por 15 minutos”. Es decir, en un mundo globalizado, amparados por las redes sociales y una cámara de video, todos somos igual de valientes para que, en su cara, mandemos a chingar a su madre al Peje, deseo insano que podemos expresar en la intimidad de la casa, entre los cuates, o sólo en el laberinto de nuestros pensamientos, porque en una de ésas, hay incapacidad de llevarlo frente a frente, de manera individual, ante el personaje…
O a lo mejor fue una combinación de las dos… digo, tenemos los medios, las herramientas para plasmar nuestro rechazo a una figura pública de la manera más elegante que tenemos en México y qué mejor forma que dejando constancia, no sólo en las redes con un video, sino en la historia o el anecdotario, de cómo un Presidente que se creyó amado por todo México, empieza a vivir la realidad de quienes están en desacuerdo no sólo en sus políticas, sino en sus discursos, muchos de ellos llenos de mentiras dichas con tamaño de cinismo que bien le valen hoy un “¡Que chingue su madre el Peje!”
Al final, mandar a chingar a su madre a alguien, insisto, es el desfogue de un malestar; y si bien, es bueno que el Pueblo se exprese, más bueno será que esa “mentada” pase del dicho al hecho… ¡pero tranquilos, hijos de Freud! No lleguen al Edipismo malvado… me refiero a que si realmente quieren mandar a chingar a su madre al Peje, lo hagan en las urnas este próximo junio… allí se podría dar un primer paso, y quién sabe, a lo mejor hasta llegue a su rancho el 24.
PD: ¿Y si ese “Chingue su madre” al Peje fue al vacío? Digo, porque también hay que considerar que por sus dichos y acciones, al menos yo, no veo que tenga madre.